
La historia de Batman es un poco rocambolesca, pero muy triste.
Durante años vivió atado y completamente solo, sin tener ningún tipo de contacto con nadie. Hasta que una vecina de una finca cercana le pidió al tipo que le mantenía así, que se lo cediera, con el objetivo de darle una vida mejor. Batman no tenía muy buena relación con los perros de la familia, pero más o menos lo iban sobrellevando.
En un viaje a Madrid, Batman se escapó del coche y vino a parar hasta nosotros.
Al final, se decidió que se quedara en nuestro albergue, donde tendríamos menos problemas para ubicarle sin conflictos con otros compañeros.
Después de una vida así, sin relacionarse con nadie, es un perro muy miedoso. Pero la relación que ha establecido con una de sus cuidadoras, Natalia, nos ha hecho creer que es posible encontrar una familia para él, que tenga experiencia en perros miedosos y mucha paciencia para esperar resultados de mejora sin desesperarse.
Queremos creer que Batman puede tener una tercera oportunidad.